Hoyo Cero Golf
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Consejos
para Golfistas - Entrenamiento Cardiovascular
Aunque no se requiere de un alto nivel de
capacidad aeróbica para jugar una ronda de golf, tener un cierto nivel
de aptitud cardiovascular es beneficioso para reducir la morbidez y la
mortalidad y para reducir los niveles de fatiga, especialmente en los
hoyos finales de una ronda. Las investigaciones también indican que hay
una correlación directa entre el nivel de grasa corporal y el
rendimiento. De acuerdo con Myers (1998), los golfistas con menores
niveles de grasa corporal tienen una mayor movilidad de las caderas, lo
que les permite generar una mayor velocidad en la cabeza del palo en el
momento de golpear la pelota. Por lo tanto, estos son capaces de enviar
la pelota más lejos en comparación con los golfistas con mayores
porcentajes de grasa corporal. En relación a la salud general y al
mantenimiento del peso el Surgeon General’s Report sobre actividad
física y salud afirma que la realización de una moderada cantidad de
actividad física llevada a cabo casi todos los días, sino todos, es una
forma adecuada de mejorar la salud y la calidad de vida. En general es
recomendado realizar aproximadamente 30 minutos de actividad física
moderada a vigorosa por día. Esto puede alcanzarse simplemente subiendo
las escaleras en lugar de tomar el ascensor, estacionando lejos en el
estacionamiento y caminar una mayor distancia hasta su destino, o en el
caso de un golfista, caminar por el campo en lugar de trasladarse en el
carro. Para aquellos individuos que están buscando un mayor beneficio,
el Colegio Americano de Medicina del Deporte recomienda realizar 20-30
minutos de entrenamiento cardiovascular vigoroso (> 60% de la capacidad
máxima) 3-5 veces por semana.
Como Planificar el Entrenamiento
A esta altura de los conocimientos sobre ciencias
aplicadas al deporte y con todo el arsenal de novedoso equipamiento para
la evaluación médico deportiva, es inadmisible fallar en la programación
y planificación de un entrenamiento.
Tanto médicos, fisiólogos, programadores deportivos, instructores, y,
sobre todo, entrenadores deben recurrir a los datos precisos que brindan
los estudios fisiológicos en pos de una planificación más racional. Ello
se hace más indispensable cuando se trata de deportistas de competencia
en quienes milésimas de segundos pueden, y de hecho hacen, las grandes
diferencias. Asimismo es importante que los mismos atletas sean
conscientes de los resultados de sus pruebas lo que genera, la mayoría
de las veces, mayor motivación.
Los datos provenientes de los estudios fisiológicos son también útiles
cuando se trata de deportistas aficionados ya que basándose en ellos se
consiguen los objetivos más rápidos y más seguros disminuyéndose la
incidencia de complicaciones a la vez que incrementando los beneficios.
¿Cuáles son, entonces, los datos a tener en cuenta para el
entrenamiento?
En primer lugar se requiere una prueba ergoespirométrica con
determinación del consumo de oxígeno en las distintas etapas, tanto
submáximas como máxima. Esta es la base de la evaluación de aptitud del
testeado pero, quizás, este dato aislado carezca de real importancia si
no se correlaciona con los datos provenientes de los estudios con
lactato y éstos deben hacerse ya sea en laboratorio, durante el test
ergométrico, como en campo. Las evaluaciones en campo tienen la gran
ventaja de recrear con alguna similitud las situaciones de competencia,
sobre todo cuando se evalúan corredores o en quienes practican
atletismo.
La prueba ergoespirométrica brinda también datos adicionales y,
probablemente, más valiosos que el mero hecho de averiguar la capacidad
máxima de aptitud; me refiero a la búsqueda de la zona umbral que es el
momento donde comienza a prevalecer la participación energética
anaeróbica, aparece la fatiga y se elevan las concentraciones de ácido
láctico. Como casi siempre sucede las limitaciones del rendimiento
físico tienen una alta correlación con el lactato elevado y por ende la
fatiga, el entrenamiento tiene que tender a conseguir el poder realizar
la mayor cantidad de tiempo de esfuerzo aeróbico y tratar de "patear" el
umbral anaeróbico hacia arriba acercándose lo más posible al consumo de
oxígeno máximo.
Este sería un paso básico y óptimo para lograr una aceptable base
aeróbica, requisito fundamental de cualquier entrenamiento y muy útil a
la hora de la recuperación tras un esfuerzo significativo.
Los entrenamientos para actividades deportivas de gran participación
anaeróbica deben, además, incluir ejercicios máximos y supermáximos pero
para poder elaborarlos, los datos deben también salir del estudio
ergoespirométrico con determinación de lactato y con ellos programar el
entrenamiento por áreas funcionales.
La información de la evaluación médico deportiva es utilizada según el
objetivo a lograrse. Hay que considerar que un atleta sumergido en un
programa de entrenamiento bien pautado y regular debe someterse al corto
plazo (3 meses) a una nueva evaluación, aunque sea parcial, ya que
seguramente los parámetros han cambiado y, por lo tanto, también
cambiarán las pautas de prescripción del entrenamiento.
En la actualidad se puede mejorar la aptitud aeróbica, la anaeróbica, la
tolerancia a la fatiga, los tiempos de recuperación, etc.
desconociéndose aún si hay límites para el rendimiento.
Finalmente, éstos junto a otros muchos datos más constituyen armas
imprescindibles y disponibles fácilmente a la hora de una cuidadosa y
lógica planificación de un entrenamiento deportivo.
Dr. Jorge Osvaldo Jarast
Chequee su Salud
Si usted tiene menos de 35 años y goza de buena
salud en el amplio sentido de la palabra, entonces usted no necesita ver
a un doctor antes de comenzar un programa de acondicionamiento físico.
Pero si usted está sobre 35 años y ha estado inactivo por muchos años,
usted debe considerar seriamente visitar a su médico, quien le podrá
recomendar o no el comenzar una rutina diaria de ejercicios. Otras
condiciones que indican la necesidad de autorización médica son: Alta
presión arterial, problemas del corazón, historia familiar de infartos
tempranos o muertes por ataques al corazón, mareos frecuentes, extremo
cansancio ante cualquier pequeño ejercicio, artritis u otros problemas
relacionados con los huesos, problemas severos en los músculos,
ligamentos o tendones, y cualquier otra enfermedad conocida o que se
sospeche de ella.
El esfuerzo vigoroso envuelve mínimo riesgo para
la salud para las personas en buena condición física o aquellos que
sigan las instrucciones de un médico. Un riesgo mucho mayor se le
presenta a personas con inactividad habitual y obesidad.
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